martes, 19 de julio de 2016

El primer día en Quetzaltenango

           
            Por la mañana del 18 de junio, oí un sonido de timbre lo cual era mi reloj diciéndome a levantarme.  Eran las 7 por la mañana y tuve la primera clase de la Casa Xelaju a las 8.  En este momento, desesperadamente quería dormirme y a la misma vez, quería ducharme.  Estos pensamientos construyeron un conflicto en mi cerebro.  Después de 15 minutos de luchar, me levanté con mi esposo.  Desayunamos un poco y luego me duché lo cual me hizo sentir fabulosa porque el agua estaba caliente y yo estaba limpia después. 
A las 7:59, nos bajamos las escaleras para reunir con nuestros maestros.  Inmediatamente de llegar, nos dijeron quién eran nuestros maestros y pronto, las clases empezaron. 
Mi maestra se llamaba Marlen.  Al principio de la clase, me dijo información interesante de la ciudad y del volcán que estaba al otro lado de la montaña la cual podíamos ver por la ventana.  Entonces, ella me preguntó cosas sobre mí y hablamos del examen OPI.  De repente, ella me dio un examen escrito de 5 páginas llenas con ejercicios de gramática.  Qué buena maestra, dándome un examen el primer día.  Me gustó que me dio un examen el primer día porque así ella pudo evaluar mi progreso. Trabajé en el examen por más o menos 25 minutos hasta que lo terminé.  Entonces era el momento para saber la verdad.  Lo revisamos juntas y encontramos pocos errores. 
Por la revisión del examen, me di cuenta que había más verbos que aprender.  Tuve problemas con caber en el condicional simple, el imperfecto subjuntivo y en el presente subjuntivo, satisfacer en el presente subjuntivo,  y caer en el imperfecto subjuntivo y presente subjuntivo. Tenía que practicarlos.  También, aprendí las palabras cercanos y consentiría.  Además, escribí una oración así, cuando era joven, cuidaba a gallinas, en vez de cuando era joven, cuidaba a las gallinas.  Otros errores que encontramos eran con ser y estar, lo necesario y el hambre.
Después de corregir el examen, empecé a escribir un ensayo del viaje aquí.  Trabajé por casi 30 minutos hasta el descanso.  Para el descanso, dejé mi ensayo y bajé las escaleras para pasar tiempo con mi esposo, comer pan y tomar agua.  Me sorprendió porque mi esposo quien no sabe mucho de español, me preguntó si quería pan hablando español. 
Durante el descanso, traté de comunicarme con mi mamá porque la noche anterior no pude comunicarme con ella por falta de los celulares y no quería que ella estuviera preocupada. Antes de conectar al Internet para enviarle un mensaje, yo estaba sentada con mi esposo a mi lado cuando la directora me comunicó que mi mamá le llamó por la mañana para revisar que todo estuviera bien con nosotros.  En este momento, me sentía contenta porque mi mamá sabía que nosotros estábamos bien.
Después del descanso, volvimos a las clases y terminé mi ensayo después de un rato.  Lo corregimos y no encontramos errores graves sólo había una cosa de vocabulario porque mientras escribía, no podía pensar en algunos verbos y olvidé ciertas palabras pequeñas.  Además, tuvimos que reconstruir algunas oraciones.  Después de corregir el ensayo, trabajé en objetos directos e indirectos.  Era fácil hasta el final porque el trabajo progresó hasta el nivel más alto.  Antes de darme cuenta, era la una y mi maestra me dio dos cosas de tarea las cuales eran una actividad con verbos y este ensayo. 
Luego, después de reunirnos con mi esposo, fuimos a buscar el restaurante Sabor de la India para almorzar porque tuvimos hambre.  Nos tardamos 5 minutos en llegar y cuando llegamos, vimos que estaba cerrada los lunes.  ¡Qué pena! Por eso, encontré un restaurante con perros calientes, chuchitos, refrescos de fruta fresca y agua fría.  Comimos bastante y entonces fuimos al supermercado para comprar comida para los desayunos. 


A las 2 y 30, tuvimos la orientación para los estudiantes nuevos en la Casa Xelajú y a las 3, fuimos con Ricardo para ver el centro histórico de la ciudad.  El tour con Ricardo era fantástico.  Aunque normalmente no me gustan las historias del país, me encantaron las historias que Ricardo nos contó.

Después del tour, fuimos a Ut’z Hua para cenar.  En camino al restaurante, vi a un hombre gringo que me pareció perdido.  Le pregunté si estaba perdido y me dijo que sí.  Nos mostró su mapa y la ruta que tenía que caminar y por suerte la ruta era casi lo mismo en la que estábamos caminando.  Por eso, caminamos juntos.
En el restaurante Ut’z Hua, Moydie y yo ordenamos dos platos ceremoniales con horchata y chocolate con leche.  Nos gustaron los platos, pero la horchata era magnífica y no puedo hablar del chocolate porque era lo más bueno del mundo entero. 
En el camino de vuelta al apartamento, había una banda practicando en la lavandería.  Mi esposo es músico y apreciamos la música mucho así que nos sentamos en el parque de Paco Pérez y escuchamos la banda cristiana.  La canción de que escuchamos estaba hablando de Dios y como Él es increíble.  Luego, regresamos a nuestro apartamento para descansar y hacer tarea.         

       

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